Cuando los temas de discusión se acaban, las botellas de vino 3/4 escasean en la mesa y no hay postre siempre sale el tema recurrente de la vida de cualquier hombre que le conoció la cara a Dios reiteradas veces: el sexo. Primero es algo indescifrable que se habla dentro del claustro de amigos adolescentes, luego pasa a ser compartido por la pareja circunstancial de turno y finalmente termina siendo tema típico de conversación en reuniones con amigos. Sin diferenciar género, raza o religión el sexo es el tema recurrente de toda la humanidad. Desde la figura de Onán en la biblía (quien no sepa qué carajo es el "onanismo" visite wikipedia), pasando por las teorías de Freud y culminando con las enseñanzas de Eddie.
Eduardo es uno de los integrantes del grupo de la cena de los martes, infaltable exponente de la vida porteña, oriundo de Haedo desde tiempos inmemoriales y paseador de gatos de los últimos tiempos. Todo sea por ponerla algún día a la semana (hablo de la mesa) y poder contar las desventuras sobre calles de barro en lugares poco fiables, féminas de dudosa procedencia, noches de alcohol y sandwichs de bondiola en la costanera.
"El sexo tántrico no es para mí. A mi me gusta la mujer completa vuelta y vuelta" dijo una vez. El público estalló en risas ante la incomprensión del Tantra, que no debe confundirse con el Tetra ya que es otra cuestión, pero como todo tiene que ver con todo, el alcohol siempre ayuda a llegar al sexo (al menos en la mayoría de los casos). Uno debe comprender y reverenciar a Eduardo o mandarlo a la mierda y pasar el resto de la vida sin comprenderlo. Es que no admite termino medio, así como a él va en busca de emociones fuertes, algunas empanadas los fines de semana y alguna mina potable (hablo del agua potable porque mientras se bañe esta todo bien) siempre vuelve los martes a acompañarnos una y otra vez.
Algunas historias quedaran para el recuerdo colectivo y las demás para el grupo de pertenencia de siempre, es que no solo hay familia de por de medio sino tambien la mirada ajena que aunque exista no siempre tiene las mejores intenciones sobre nuestras acciones.
Nota de autor: Eduardo tiene 51 años, paso la adolescencia hace rato. Aclaro debido a los comentarios que me han hecho.
Nos estamos leyendo!!!
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