martes, 19 de abril de 2011

Mi vida no es un cuento de hadas

Desde que tenemos uso de razón estamos expuestos a cientos de mensajes que van desde como pronunciar alguna palabra hasta cómo indicar que queremos algo. Nuestro mundo infantil esta condicionado por una serie de vericuetos en parte de fantasía, algo de realidad y algo de carga genética. No pretendo adentrarme en la psicología y en los condicionamientos que determinan que alguien sea lo que es, prefiero hacer un pequeño recorrido por aquellas historias de ficción que nos dieron pautas de aquel mundo sin fronteras que existe en nuestra mente.
Con solo detenernos por unos pocos segundos podemos recordar alguna travesía poco ortodoxa de la que hallamos formado parte. Tenemos viajes al centro de la tierra, charlas con un fantasma del armario, safaris de media hora por el interior de África en el patio trasero de nuestra casa o expediciones sub-acuáticas en la bañera los martes por la noche. Así como tenemos nuestras propias aventuras tuvimos el acercamiento con los clásicos de la literatura infantil de todos los tiempos. Tenemos las colecciones de Hans Christian Andersen, Jaques Perroult y los hermanos Grimm. Sin contar con las versiones naif de Disney.
Lo que en realidad vienen a decir estos "locos lindos" es que la vida es más jodida de lo que creemos, que esta llena de brujas que se quieren comer niños, hermanastras malvadas que se quieren quedar con el dinero, la apariencia es lo de menos cuando tenemos que besar varios sapos, la virginidad se pierde cuando te pinchas con una rueca y caes en el sueño eterno de la adultez, etc. Ni hablemos de uno de mis favoritos, Peter Pan.
El pendejo andaba vestido con mallas verdes volando por Londres a finales del siglo XIX secuestrando chicos que se empeñaban en creer en la fantasía. La novela de James Barry comienza con algo así como: "El sr y la sra Darling vivian en la calle...El sr Darling la había conquistado por completo a su esposa, excepto una pequeña caja que guardaba dentro de su mente y en ella guardaba su imaginación." Gente!!! Lo que el viejo James quería decir, sin nada de inocencia, es que esa familia no tenia nada de encantadora y que el amor de la era victoriana era sutilmente una farsa (como la mayoría de las relaciones amorosas de ahora). Siguiendo con la historia del pequeño Peter, se cuenta que los "niños perdidos" del País de Nunca Jamás eran bebes que se caían de sus cunas o carriolas y que las madres ni siquiera se daban cuenta, de esa forma las hadas los llevaban a esa tierra mágica donde todo era posible. En realidad casi todo era posible porque (según dice el autor) cuando no había que comer se imaginaban la comida y entonces estaban satisfechos.
A este punto entenderán que los cuentos de hadas al igual que la vida que tenemos frente a nosotros no es tan naif ni tan inocente como nos engañamos a nosotros mismos. Hay que abrir los ojos y ver de una vez por todas, salir de la sombra de la caverna y ser coherentes con nuestros propios sentimientos.

Nos estamos leyendo!