martes, 3 de junio de 2014

Viaje en silla de ruedas por el caribe!

Allá por 2013 surgió la necesidad de tener un poco de playa, palmeras y una compañia agradable al lado pero todo condujo a una pelea, exceso de uso de what´s app y un viaje en solitario a la tierra caribeña.
Mi primera vez en Ezeiza fue mágica podría decirse. Apenas atravecé las puertas con valija en mano sonaba de fondo "Aprender a volar" de Patricia Sosa (sí, de película pero tb así lo fue la vuelta).
Con una pequeña escala en Lima y dos aviones más en ese mismo día el agotamiento era notable. Ademas de la necesidad de descansar, comer algo y luchar con las "Grandes Esperanzas" de Dickens. Habiendo leído previamente "Oliver Twist" jamás creí que el autor podía ser aún más trágico en una historia pero así fue. Las desventuras de "Pip" por encontrar su sentido en la vida acompañado de una merienda de tres hamburguesas completas y dos vasos de piña colada a orillas de la pileta no dejaron de ser melancólicas.
Los días se hicieron largos, los amaneceres impresionantes y la arena demasiada... el calor recalcitrante, poco bronceador y el hecho de que hacía 15 años que no veraneaba hicieron que mis pies, uno en particular, quedaran como empanadas gallegas y para el último día no podía levantarme (literal).
Estube cerca de media hora tratando de levantarme pero a fuerza de voluntad y de quedarme en posición de "palomita" pude darme una ducha, armar la valija e incluso llegar hasta el hall del hotel. Luego de estar tirado en el sillón junto a una comitiva de jubilados españoles vino el transfer y así partí hacía el aeropuerto de la isla. El dolor se hacía insoportable hasta que en plena fila del mostrador tuve que ponerme en posición de grulla (Sí, onda Karate Kid) y pedí, casí bordo de verguenza un par de muletas...a lo que apareció un guardia y me sentó de sopetón en una silla de ruedas, cazé la valija y una pequeña comitiva de argentinos mayores (de cincuenta y tantos pa´arriba) nos siguió para no perderse. Así fue que llegue a Caracas.
Ese mismo día había estado la presidente en la asunción del presidecto electo y estaba todo convulsionado así que hubo una serie de chistes al respecto. Uno de los guardias del aeropuerto me condujo (aun en la silla) hasta la parte de vuelos internacionales con toda la comitiva de argentinos detrás. Tengo que agregar que yo estaba con una camisa verde manga cortas con un bronceado caribeño. Restaban unas dos horas para el siguiente vuelo y no tuve más remedio que salir a recorrer el aeropuerto de Caracas en silla de ruedas...solo. Después de unos 15 minutos logré la marcha atrás, doblar a ambos costados y deslizarme por los pasillos al grito de "wiiiiiiiiiiiii" una vez que le ponía envión. Paseé por varios lugares, ví vidrieras, comí en un Burguer King e incluso entre al Free Shop y compre chocolates...y al momento de pagar la cuenta me coloqué en la fila de gente como uno más pues había olvidado mi penosa situación hasta que una mujer que permanecía delante de mí se dió vuelta y me cedió el lugar.  Rogué a todo santo q se me vino a la mente no encontrarme con nadie conocido pq le hubiera provocado un colapso nervioso y de hecho no saque fotos pq pasaba del humor negro para mi gusto.
Una vez llegado a Buenos Aires evité avisarle a alguien y volví solo en un remis al oeste y de allí al hospital para confirmar que no tenía un esguince sino quemaduras graves por el sol.

martes, 20 de mayo de 2014

¡Cosas!

Siempre surge la extraña necesidad de escuchar canciones
que se inventaron, fueron escuchadas y forman parte del olvido colectivo
con tal de no reconocer el paso del tiempo en la propia vida. Al igual
que las recetas de cocina que provienen de nuestras madres y abuelas, la
música también es algo que se hereda y que nos remonta a tardes de
verano en la que el juego era parte de la vereda del barrio. Aquellos
años que pasaron casi desapercibidos por jóvenes que rebobinaban
cassetes con la lapicera Bic o que disfrutaban la calidad del vídeo VHS
con el intro de Gativideo hoy pasaron a formar parte del escuadrón de
adultos sonámbulos que pasan por las calles y que miran con resguardo a
las veredas de las que alguna vez formaron partes. 

"Son cosas de la vida" ya sea pública o privada las que nos llevaron al
lugar que ocupamos hoy como seres responsables y miembros de una
sociedad determinada haciéndonos olvidar que alguna vez que bailamos con
las canciones de "La ola verde" antes de levantar las banderas de los
derechos sociales y escuchar canciones que hablan del amor sin barreras
psicodélicas. A modo personal recuerdo el caso de un amigo de la
infancia al que le habían regalado un cd de música pop allá por fines de
los ´90 y estoy seguro que ese hecho paso al olvido pues hoy habla de
paz, amor y un apoyo social a las drogas blandas. No sería cuestión de
juzgar su condición actual sino más bien recordarle de donde surgió
todo, cómo fue que ese chico terminó convirtiéndose en la antítesis de
lo que hoy es. Él al igual que otros casos de mucha gente que fue
cercana a mi vida terminaron pasándose al "lado oscuro de la luna" solo
por renegar de sus propia realidad.

En cualquier circunstancia de la vida hay momentos que se vuelven confusos o se
cambian a favor del que lleva las riendas del problema en cuestión. Lo
que para uno es insignificante para otro es grandioso, lo ínfimo de una
conversación acerca del tiempo puede resultar una declaración de amor
solapada cuando esta lejos de serlo para la otra persona.       

En definitiva, todo se trata de "cosas" más o menos importantes según
el ojo de quién lo vea. La tarea a resolver es prestar la suficiente atención a

la persona con la que estamos tratando y pensar como ella, o al menos tratar de hacerlo. 
Nos estamos leyendo!!!
Ahi van Nancy Sinatra y Dean Martin con la canción "Things" (Cosas)